lunes, 27 de junio de 2011

Uña de gato


Conocí el nombre científico de esta suculenta,sedum sediforme, a través de la Enciclopedia Lusitana. En Ojós y, supongo, en toda la Región de Murcia se la conoce como uña de gato. Sus llamativas flores amarillas también son precursoras del verano y en la actualidad se encuentran en la plenitud de su floración. Es fácil encontrarse con ellas por los caminos de la huerta de Ojós y sorprende como se desarrollan con facilidad sobre las viejas tapias sin, apenas, sustrato para mantenerse, pero donde son más abundantes y se van extendiendo con suma facilidad es en las laderas que bordean la carretera que conduce a Blanca. Por algunas personas, haciendo un emplasto con ellas, se utiliza para aliviar o atenuar las molestias de las hemorroides.








Fabulosa interpretación de Iva Zanicchi.


viernes, 24 de junio de 2011

Llega el verano


Hay dos hechos que, en Ojós, anuncian claramente la llegada del verano. Uno, la maduración de las brevas y, el otro, la aparición de las hormigas macho. El primero se manifiesta en la pequeña alteración de la habitual tranquilidad de las primeras horas de la mañana a mediados de junio, rota por la peregrinación que se inicia cada día hacia las higueras, propias o ajenas, por vecinos de toda clase y condición para disfrutar de tan delicioso manjar. Algunas veces he participado en este ceremonial y lo que siempre me sorprende es que rara vez se coincide con otro "peregrino". Da la sensación de que hubiera un acuerdo tácito para el reparto pacífico del "botín". A mí las que más me gustan son unas que llaman de "piel de doncella" y que da una vieja higuera situada en un  tranquilo y apartado rincón de "La cañada del Chilín", propiedad de un buen amigo.





El otro es la manifestación del triste destino, para las hormigas macho, que supone el fin del vuelo nupcial. Durante uno o dos días miles de estos pequeños himenópteros, penosamente, intentan resistirse a su irremediable final. El pasado año fue uno en el que se pudieron ver las nubes más grandes, que se concentran, sobre todo, en torno a la luz de las farolas. De niños, creíamos que eran mosquitos e intentábamos combatir su inofensiva presencia encendiendo un "puro" de anea, al igual que hacíamos para ahuyentar, en este caso sí, a los molestos mosquitos que abundan entre los carrizos y cañares de la riberas del río. Plantas de anea y juncales que, prácticamente han desaparecido después de las obras de encauzamiento y de la construcción de la estación de aforos en el sitio conocido por "El Reconque". Hoy, sólo unas pocas, se localizan junto a la vieja presa del Solvente.

Pero hay un recuerdo que, casi siempre, acude a mi memoria cuando atravieso el puente de madera que une las dos riberas del río Segura a su paso por Ojós. El actual es heredero del viejo puente colgante que fue destruido por la gran riada de 1982, una de las más grandes y destructivas que se recuerdan, probablemente, por la deficiente administración de las aguas que se retuvieron, sin mucho sentido, en el  pequeño embalse conocido como Azud de Ojós, del que   parten los dos grandes canales del acueducto Tajo-Segura. Antes del acondicionamiento de esta parte de la ribera del río, casi debajo del puente, crecía una higuera borde que, allá por los primeros años setenta del siglo pasado, fue protagonista involuntaria de una extraña ceremonia, de la que fui testigo directo, y es que, todavía en aquella época, existía la creencia de que pasar por debajo de una higuera borde, durante la noche de San Juan, a un herniado haría posible su curación. Para que fuera efectiva esta práctica era necesario que intervinieran en el acto ceremonial un hombre, llamado Juan, y una mujer, llamada Juana.  Se pasaba al quebrado de los brazos de Juan a los brazos de Juana diciendo:

                                               Este hombre te entrego quebrado.
                                               Sano me lo has de dar.
                                               Tómalo Juana.  
                                               Dámelo Juan.

El herniado debía pasarse por debajo de una rama quebrada de la higuera que, después de la ceremonia, se ataba con esparto para que otra vez ligaran sus partes. Si esto último ocurría,  la hernia se había curado. Nunca fui a comprobar si la rama quebrada de la higuera había ligado, pero de lo que si tengo constancia es de que el herniado no se curó. Probablemente, no encontró los padrinos adecuados.

Esta práctica de "medicina popular" la vi recogida hace unos pocos años en un excelente libro de viajes de Julio Caro Baroja, Apuntes Murcianos, que anduvo por tierras del Valle de Ricote allá por el año 1950, en las que recoge muchas más. Hay una que me llamó especialmente la atención: la de hacer un puchero con carne de cachorros de perro para que, con la toma del caldo resultante, se pudieran curar los niños "encanijaos". Nunca había tenido referencias de estas prácticas y mi extrañeza y curiosidad me llevaron a consultar a algunas personas, que me confirmaron su veracidad y la de otras, igualmente extrañas, que relata el de Vera del Bidasoa.


Pasión Vega. Me gusta como canta esta española.


     

miércoles, 22 de junio de 2011

Geranios


Estos geranios son procedentes de esquejes recogidos de algunas plantas que sobreviven, asombrosamente,  por los huertos de Ojós tanto a la sequía como a los ataques de la "famosa" mariposa. Su aspecto después de los meses de verano, da mucha pena. Restos de tallos, prácticamente, "carbonizados", después del paso de la maldita  Cacyreus Marshalli, y algunos pequeños tallos con alguna hoja es todo lo que queda de ellos. Sin embargo, a partir de finales de octubre, con la segunda primavera que se disfruta en Murcia, comienzan, de nuevo a retallar y, aunque no pueden conseguir el esplendor que les darían unas condiciones adecuadas, ahí están resistiendo año tras año.

El porte de estos geranios no es el de los que, en la actualidad, se suelen vender en los viveros y floristerías y, a diferencia de estos últimos, sus tallos son muchísimo más altos, aunque se cultiven en macetas como yo lo hago y  este no sea el lugar adecuado.

De todos los que tengo, el que más me impresionó fue el rojo. Lo encontré hace cuatro años en un montículo que da acceso a unos huertos en los que se ha abandonado el cultivo de agrios. No había vegetación a su alrededor y estaba expuesto al sol durante todo el día. Se mantenía exclusivamente del agua de lluvia y allí aguantaba el calor infernal del verano de Ojós. En la época en que solía retallar le "robé" un esqueje que enseguida enraizó y he multiplicado varias veces. Hace unos meses lo acomodé en una maceta bastante grande y, después de situarlo en un lugar sombreado, presenta un aspecto sensacional y a los dos o tres espigados tallos que tenía, por la base le han empezado a surgir numerosos brotes. Ya ha sufrido el primer ataque de la mariposa este año y que he "solucionado" con una pequeña poda, único remedio en la jardinería casera, según mi opinión. Espero que no le ataquen por la base.





¡¡Qué tiempos los del Dúo Dinámico!!







lunes, 20 de junio de 2011

Partera y niñera de hippeastrum


Esto de ser partera y niñera de tantos hippeastrum, a veces, te da algunas sorpresas . Pero las que voy a mostrar aquí, creo, que desbordan la imaginación.

Hace unos días, revisando el estado de salud de los "hippes", tras las abundantes lluvias primaverales, fijé mi atención en uno al que estaban empezando a atacar los hongos. Al observarlo detenidamente, pude comprobar  como emergían dos cuellos perfectamente diferenciados y del mismo tamaño. A mí, no me parece que sea un hijuelo y, casi estoy convencido de que han nacido de la misma semilla unos "siameses". 

En la siguiente imagen se muestra la planta antes del saneamiento.



Y en esta otra, después de la limpieza de las capas infectadas de hongos y plantado de nuevo con la precaución, que no tuve la primera vez, de dejar medio bulbo sin enterrar y sujetarlo con unas piedras hasta que hagan buen asiento las raíces, ya que las fuertes rachas de viento lo tumbaban. Las semillas, creo, que fueron donación de un amigo o amiga mexicano. Ahora no recuerdo bien. Me dio miedo separarlos y parece que se desarrollan con normalidad. Por su aspecto, creo que florecerán la próxima temporada.



Que nadie crea que de mi admirado Mexico sólo salen cosas raras. Pero de una semilla, que me envío una amiga mexicana, nació un bulbo del que cuando, apenas tenía seis centímetros de diámetro, comenzaron a brotarle hasta 16 hijuelos. Se me presentó el dilema de quitar o no quitar los hijuelos y opté por dejarlos. El resultado no fue el deseado. El bulbo no aumentaba de tamaño y los pequeños tampoco. Un día lo toqué para comprobar su solidez y ya no había bulbo. Todo eran capas secas. Al ir a comprobar si los pequeños habían enraizado, la mayoría no lo había hecho. Trasladados, los que parecían más viables, a otra maceta no han sobrevivido. Tres quedaron en la primera maceta y uno parece que va a salir adelante, pero con mucha dificultad y el proceso de engorde va a ser lentísimo. Lo paradójico es que otra semilla "hermana" se va desarrollando con normalidad y no ha dado todavía hijuelos. En definitiva, los enigmas de la naturaleza

En la siguiente fotografía se muestra lo que queda de aquel prolífico hippeastrum, que merece prolongar su existencia con alguno de sus clones.



Pero lo que ya, casi, me tira de espaldas  es cuando compruebo que una flor de un vitattum  no se abría con normalidad, al contrario que las otras de la vara floral. Mi sorpresa fue mayúscula cuando, al abrirla, dentro vi un gusano muerto de un tamaño considerable. Esto me hizo recordar que, en algunas ocasiones, he comprobado como serpentean por las cápsulas de semillas lo que parecen ser unos delgadísimos gusanos blancos. No sé si tendrán alguna relación.

Pues bien aquí está el "gusanito".



Como todo no van a ser sorpresas desagradables, hace poco descubrí a esta estupenda cantante brasileña, Leila Pinheiro, que interpreta Serra do Luar que "gugleando" creo que está en Minas Gerais, donde se crían bonitos hippeastrum. Tendré que hacer alguna excursión por allí. 


Me ha encantado.

sábado, 18 de junio de 2011

Los otros


Un poco triste voy llevando el fin de la temporada de "hippes" que, además y como siempre, anuncia la llegada de los cuarenta grados. El año pasado fue horrible. A un verdadero diluvio le sucedieron más de cincuenta grados al sol y en mi ausencia algunos, prácticamente, se cocieron. No obstante, la experiencia me resultó útil. Por eso, una buena práctica es no regar cuando se prevén temperaturas altas extremas. El bulbo no se va a morir, pero la combinación agua calor es letal. Resultado: daños en las capas externas e internas del bulbo y amenaza de hongos.

Pero ya pienso en la nueva temporada, en la que espero ver florecer lo que queda de los semilleros de 2009 y algunos de 2010. En esta última, me sirvieron de base fundamental para la obtención de semillas unos hippeastrum vitattum, johnsonii, un rojo burdeos y dos de color rojo, de los que desconozco su nombre comercial, y que han servido de reproductores en los cruces con una amplia variedad de "hippes". En total unas 34 cápsulas, de las que puse a germinar semillas de 21. En 2011 puse a germinar el resto y no han perdido el poder germinativo.

El hippeastrum vitattum, para mí, ha sido el mejor reproductor de semillas. Germinan, prácticamente todas. Demuestran un vigor extraordinario en el crecimiento de las plántulas y, salvo accidente, se prevé que todas lleguen a florecer.



Sin embargo, el hippeastrum johnsonii me ha dado un resultado distinto. En apariencia, el desarrollo de la cápsula que contiene las semillas es normal, incluso de mejor aspecto que las demás variedades. Pero, de repente, la cápsula, que parecía estallar, prácticamente, se desinfla y se retrasa su ruptura. Una vez abierta, las semillas no presentan muy buen aspecto y el resultado de la germinación ha variado entre un 10 y un 50% por cápsula. Por ello no recomiendo la utilización del johnsonii como reproductor. Yo de ahora en adelante lo utilizaré como donante de polen.



Los dos hippes rojos han dado unos resultados, prácticamente, equivalentes a los del vitattum.


Todos los hippeastrum sufren un gran desgaste en el proceso de formación de las cápsulas de semillas, tanto en la estructura de sus capas como en sus reservas energéticas. No hay que olvidar que la vara, al objeto de conseguir las semillas, prolonga su ciclo vital, casi, cuatro veces más que si sólo se limitara a florecer. Por otra parte, la vara emerge desde el plato vasal entre las capas compactas que integran el conjunto del bulbo y se produce un hueco que va a afectar a las capas más jóvenes. Este conjunto de variables que se producen en el proceso de formación de semillas, aconsejan no utilizar bulbos de los que sólo se tenga un ejemplar, ya que podría perderse. Es prudente esperar a tener un hijuelo y después intentar sacarle semillas.

En el siguiente vídeo se recogen los frutos de la temporada de "hippes" 2011



jueves, 16 de junio de 2011

Palmitos en Ojós.


Probablemente, la mayor densidad de palmitos silvestres por metro cuadrado en la Región de Murcia se dé en los terrenos aledaños a la margen izquierda del río Segura a su paso por Ojós. Desde, casi, las crestas de las cumbres que rodean Ojós hasta los quijeros de la acequia de Ulea, en pedregales o en la mullida tierra de los huertos asientan sus raíces estos arbustos. En las zonas de difícil acceso para las personas se pueden encontrar palmitares con ejemplares más que centenarios. Las zorras, que suelen ser abundantes en esta zona, suelen contribuir a su propagación con la deposición de sus excrementos, ya que su fruto forma parte de la alimentación de estos animales y, por ello, se les llama dátiles de zorra. Sorprendentemente, en los terrenos de  la margen derecha del río no se encuentran palmitos. En mi caso no los he encontrado. Un auténtico enigma, ya que las características geológicas del terreno y las condiciones climáticas son similares. A veces he llegado a atribuir la ausencia de palmitares en esta zona, al mayor acoso que ha sufrido, históricamente, la zorra por los tramperos y sus cepos. Sin embargo, afortunadamente, ya no hay tramperos. En definitiva, un enigma.











Ojós 360º




miércoles, 15 de junio de 2011

El último 2011


Es "hermano de este" y es el último de los  hippeastrum que me ha florecido este año y aguanta con firmeza los 37 grados centígrados que ya han llegado para quedarse por un lago período de tiempo. La coloración es un poco diferente y no se percibe la predominancia del vitattum. Tampoco se percibe la homogeneidad en la coloración de los pétalos, al observarse una diferencia entre los pétalos superiores, más intensa, y los inferiores, más tenue.



  
A Mónica le gusta el cognac, Rimbaud, la Bauhaus y el cine de Godard. Y a Eduardo jugar al fútbol de botones con su abuelo. Una combinación "perfeita". Genial.




lunes, 13 de junio de 2011

Brujas


Ignoro por completo las razones por las que a esta sencilla y delicada  flor se le llama "bruja" en algunos lugares de España. Aunque, en el caso de las que se muestran aquí, se han desarrollado durante mucho tiempo en Llano de Brujas (Murcia) y su cuidadora goza de una bien ganada fama de adivinadora, no he encontrado referencias que pudieran dar una explicación a tal denominación. Sinceramente, no le encuentro parecido a lo que la imaginación popular, la pintura o la literatura representan como brujas. Algunos lo atribuyen a que suele florecer por el día de la festividad de  San Juan Bautista, fecha próxima al solsticio de verano y en la que, se dice, las brujas aprovechan para hacer sus aquelarres y conjuros.

Podrían hacerse conjeturas sobre la posibilidad de que esta planta fuera utilizada por las  brujas y hechiceras en la elaboración de sus pócimas y brebajes. Sin embargo recordando algunos pasajes de conocidas obras de nuestra literatura, como La Celestina, no aparece algo parecido a los zephyranthes glandiflora:  «huesos de corazón de ciervo, lengua de víbora, cabezas de codornices, sesos de asno, tela de caballo, mantillo de niño, soga de ahorcado, flor de yedra, espina de erizo, pie de tejón, granos de helecho, la piedra del nido del águila y otras mil cosas», dicen que utilizaba aquella "ejemplar" dama;  Tampoco "La Cañizares", la querida discípula de "La Camacha", inmortalizada por Cervantes en "El coloquio de los perros", nos los  menciona: " ... el ungüento con que nos untamos es compuesto de jugos de hierbas, en todo extremo frías, y no es, como dice el vulgo, hecho con la sangre de los niños que ahogamos. Y son tan frías que nos privan de todos los sentidos en untándonos con ellas; y quedamos tendidas y desnudas en el suelo, y entonces dicen que en la fantasía pasamos todo aquello que nos parece pasar verdaderamente".

Pero en verdad, a mí lo que más me sorprende de estas plantas es el elemento sorpresa de su floración. Las has estado mirando por la noche y no hay indicios de que vayan a florecer. Las visitas a la mañana siguiente y te encuentras una vara de casi quince centímetros con la flor a punto de abrirse. Parece cosa de brujas.





Me gusta como cantan estas divertidas cubanas.


sábado, 11 de junio de 2011

Los crinunm que no vi florecer


Nunca había visto unas plantas como estas. Me encontré con ellas por primera vez en La Siberia de Ojós, un paraje de difícil acceso en el que algunos valientes emprendedores habían conseguido cultivar naranjos, limoneros, higueras, palmeras y frutales de hueso, elevando el agua, con una tecnología muy rudimentaria, hasta unas cotas cuyo acceso a pie resulta bastante penoso para piernas poco entrenadas. Estaban junto a uno de esos impresionantes muros de aterrazamiento "clavados" por los lugares más inimaginables de la margen izquierda del Segura, a su paso por Ojós, y que ahora se desmoronan, irremediablemente, huérfanos de las manos y brazos que los hicieron crecer. En los aledaños en los que se encontraban, como suele ser habitual en estas pequeñas parcelas de cultivo, además de con los anteriores, convivían con algún rosal, crasas, suculentas, un extraño aloe y un numeroso grupo de hippeastrum johnsonii. 

Desde hace unos cinco años, la tranquila existencia de toda aquella flora comenzó a verse alterada por el progresivo abandono de los cultivos, como consecuencia de su inviabilidad económica como explotación empresarial. Actualmente, por aquellos brazales y "regaeras" que con tanto mimo acondicionaron aquellos esforzados hombres y mujeres, de los que ya nadie se acuerda, ha dejado de correr el agua y los más necesitados de ella   no han podido sobrevivir. 

Poco a poco, ante la amenaza que se cernía sobre ellos, recuperé todos los hippeastrum, aproximadamente unos docena, que acondicionados en macetas se han multiplicado abundantemente. De un rosal, que daba unas rosas rojas de un color rojo oscuro, conseguí sacar adelante dos esquejes perfectamente adaptados en macetas. El aloe, las crasas y las suculentas creí que podrían sobrevivir con el agua de lluvia. Pero los magníficos crinum, que así supe después que se llamaban, no daban muchas "facilidades" para salvarlos. Aquellos bulbos eran enormes. Jamás había visto algo parecido. Sus raíces se hundían profundamente en la tierra y resultaba dificultoso extraerlos. Parecía como si se resistieran a abandonar aquel lugar. Por fin conseguí sacar un ejemplar de los de mayor tamaño que, acondicionado en una maceta, consiguió mantener las pocas raíces que soportaron la operación y aumentarlas. Sin embargo, sólo echaba unas pequeñas hojas y, enseguida, comprobé que aquel no era el lugar más adecuado para su desarrollo. Cuando tuve la oportunidad  de encontrar a una persona que le pudiera dar cobijo, me desprendí de él. Afortunadamente, al sacarlo de la maceta comprobé que todo eran raíces. 

Meses después, volví a intentar recuperar el resto de crinum, pero el transcurso del tiempo no les había dado facilidades para sobrevivir. Unos eran irrecuperables y otros habían perdido bastante volumen. No obstante, conseguí recuperar tres. Sin embargo, no tuvieron la fortuna del primero y no los pude sacar adelante.

Hoy, en aquel lugar únicamente sobreviven las plantas autóctonas y las que se han conseguido adaptar a la falta de agua de riego. Los que lean estas líneas, con toda seguridad, me agradecerán que no describa con detenimiento el estado actual de aquel lugar.






No es Ella, es Leny.



miércoles, 8 de junio de 2011

Calas


Mi interés y admiración por las calas viene de cuando, hace unos cinco años, paseando cerca del  Teatro Victoria de Blanca (Murcia), llamaron mi atención unas flores blancas que crecían en unos enormes macetones situados en una sombreada calle colindante con el edificio del teatro. Su forma me recordaba a unas flores que crecen abundantemente junto a los viejos brazales de la huerta de Ojós y a las que allí se las conoce como "tragontinas". Cuando pude conversar con la orgullosa propietaria de las flores, me sacó de mi error, pues yo creía que eran las mismas, y de las que, de niños, se nos advertía de lo peligroso que podría ser el contacto con ella, ya que se la consideraba como una planta venenosa, aunque nunca conocí casos de intoxicación. Me explicó los cuidados que le daba y recuerdo, especialmente, la importancia que le daba a la necesidad de que se le cortaran sus hojas y se sacaran de las macetas una vez cumplido el 16 de agosto, festividad de la Virgen del Carmen.

Dos años después, observé que un vecino de Ojós las cultivaba en varias macetas situadas en la calle. Por su aspecto, se evidenciaba que no debían recibir los mismos cuidados que las que yo había visto en Blanca. Antonio, que así se llama el vecino, me dio una de las macetas e, inmediatamente, me dispuse a sacarlas. Para mi, constituyó una enorme sorpresa comprobar como de aquella pequeña maceta, de veinte de alto por veinte de ancho, podían salir tantos rizomas de todo tipo de formas y tamaños. Los de mayor tamaño los acomodé en dos grandes macetones y los de menor en cuatro pequeñas macetas. Busqué el rincón más sombreado para colocarlas y les fui dando idénticos cuidados que al resto de plantas. El primer año, aunque aumentaron su tamaño con rapidez, sólo florecieron, a finales del mes de febrero, unas pocas. El segundo año adelantaron la floración, más abundante, casi, a primeros de febrero y el cuello que se forma con la agrupación de las hojas era, casi, del tamaño del antebrazo de una persona. Y este año ha sido una auténtica explosión en blanco. Para mi sorpresa, las primeras flores ya despuntaban a finales de enero y estuvieron produciéndolas hasta finales del mes de abril. En sus cuidados no incluyo el corte de hojas, ya que en verano están expuestas mucho tiempo al sol y, aunque sus hojas se vayan secando poco a poco, sirven de protección a los nuevos brotes, que, a finales del mes de septiembre, ya comienzan a crecer con rapidez.







P.S.: Si alguno de los visitantes de este blog conociera el nombre científico o común de las plantas que yo confundía con las calas, le agradecería que me lo dijera.


En el año 1992 una mezcla de ignorancia, superstición y envidia se conjuró contra Mimi. ¿Quién se acuerda del ganador de la edición del Festival de San Remo de aquel año?


martes, 7 de junio de 2011

El viejo cardo


Hacía mucho tiempo que no veía una mata de cardos florecida. El pasado domingo, paseando por la ribera de la margen izquierda del Segura, enseguida llamó mi atención el singular color morado de sus enormes flores mezcladas con  los viejos limoneros. Al acercarme a ellas, observé como un nutrido grupo de abejas y cuatro enormes abejorros se hundían y emergían de ellas, sin que les molestara mi presencia. Más que libar, parecían devorar. Una vez dedicado el tiempo necesario para fotografiarlas, la prudencia me empujaba a alejarme de aquel lugar, sobre todo al recordar algunos episodios de mi infancia, unos traumáticos y desagradables, en los que alguno de mis amigos había sido víctima de estos temibles abejorros,  y otros más divertidos y festivos, como cuando, durante la noche de San Juan, cada uno llevábamos nuestra "alcachofa" para arrojarla a la hoguera, donde todos los años quemábamos al "Tío de papel", para, después, recogerla y llevarla a casa a colocarla en una jarra de agua y esperar que, a la mañana siguiente, se produjera el irremediable milagro: aquella flor chumascada en la hoguera volvía a florecer. Nuestra inocencia e ingenuidad no le daba la trascendencia que se le atribuía a esta, casi, ordalía: el amor de la amada o del amado dependía de si florecía o no la flor del cardo. Nosotros pensábamos en cosas más prosaicas.






Si se amplían al máximo las dos últimas fotos, se pueden observar perfectamente los enormes abejorros.

Sí, sí, esto es buen jazz: Abdullah Ibrahim.