El cultivo de los hippeastrum procedentes de semilla, por lo menos en mi caso, supone dedicarles un gran esfuerzo y atención, sobre todo en sus tres primeros meses de vida, sin ellos, sería imposible que esa diminuta semilla, alejada de su habitat natural y a la que ni siquiera podemos ver, por estar envuelta en esa característica membrana protectora color café, se convierta en unos pocos años en un enorme bulbo que va a producir unas flores que, en muchos casos, no van a coincidir en sus formas y colores con lo que hayamos podido imaginar. En las procedentes de cruces entre distintas variedades o multicolores, la naturaleza siempre superará la imaginación humana y las complejas intervenciones de la ingeniería genética. Cuantas más semillas consigamos germinar de una misma cápsula, más posibilidades tendremos de que la espontaneidad de la naturaleza satisfaga plenamente a nuestros sentidos. Aunque parezcan casi idénticas las flores a las de sus progenitores o hermanos, siempre habrá un detalle que las diferencie de aquellos, ya sea en la forma de los pétalos, en la intensidad de su colorido o un trazo sorprendente e inesperado en cualquier parte de la flor. Por todo ello, cuando, a veces, después de dos veranos, en primavera vemos asomar una vara floral de un pequeño bulbo que, la mayoría de las veces, no supera el tamaño de una pelota de golf, nos produce una satisfacción difícil de describir y una ansiedad prolongada en el tiempo, ante la incertidumbre del resultado.
Pero cuando, después de alcanzada la floración, parece que el bulbo va a llevar una existencia "pacífica", comienzan a surgir las amenazas. Como habrá podido comprobar cualquiera que se dedique con un poco de atención al cultivo de estas plantas, la vara floral puede emerger, abriéndose paso entre las capas que forman el bulbo, por cualquier sitio, ya sea por las más periféricas o por las más próximas al cuello y produciendo un hueco que facilita la entrada en su interior de elementos no deseados, como el agua, el polvo y el sustrato, que mezclados pueden provocar con su contacto la podredumbre de alguna de las capas y contagiar a la vara floral por la base. Por lo general, esto no es algo extraño y se puede dar en bulbos adultos, pero lo que en estos puede ser una podredumbre prácticamente inapreciable, en los más jóvenes puede hasta llegar a cortar la vara y si no se toman medidas contundentes la situación se repite año tras año, quizás porque aquella siempre emerge de la misma zona del plato basal, y la vara cada vez crece menos, sin embargo, esto es algo que no he podido comprobar con exactitud.
Cuando se produce una situación como las anteriormente relatadas, es aconsejable, si el bulbo está en maceta, ponerlo a cubierto, si esto fuera posible, y llevar un cuidado extremo en el riego, para evitar que el agua de lluvia o la de la regadera se introduzca en el hueco. Con esta medida se suelen evitar graves daños y, si la vara floral se ha abierto paso por las capas más periféricas, estas se secarán rápidamente, desaparecerán y el hueco se habrá eliminado y, en consecuencia, el riesgo de estancamiento de materias no deseadas. Pero el mayor problema surge cuando la vara floral emerge por la parte media del bulbo. En este caso las capas que la rodean no desaparecen y el hueco, aunque imperceptible pasado un tiempo y los restos de la vara se sequen, permanece y año tras año la podredumbre aparecerá cada vez con más fuerza. Algo que, para mí, hay que descartar es que el bulbo esté contagiado del famoso hongo rojo. No hay que perder la cabeza ni malgastar el dinero en fungicidas, ya que en estos casos son absolutamente ineficaces, cualquiera que sean sus características. Yo, aunque a algunos les pueda parecer un despropósito, he descartado el uso de fungicidas en el cultivo de mis hippeastrum. Para mí la solución está en eliminar, aunque todavía estén sanas, las capas periféricas del bulbo hasta llegar a la vara, aunque estas no estén afectadas por la podredumbre. Esta operación debe hacerse inmediatamente después de acabada la floración, ya que en ese momento resulta más fácil identificar el hueco y, al resultar muy disminuido el tamaño del bulbo, tendrá todo un año para recuperarse y engordar nuevamente. Esta operación la hice la temporada pasada con uno de mis hippeastrum preferidos de semilla. Después de mucha reflexión, ya que no tenía descendencia de él, recordando antecedentes similares en los que se perdió definitivamente el bulbo, opté por actuar como he descrito anteriormente y el bulbo lenta, pero constantemente, ha ido engordando, tiene un aspecto de lo más saludable y está, casi, tan duro como una piedra. Mi principal preocupación era que, al eliminar parte del plato basal en el proceso de limpieza, al creer que las varas florales siempre emergen desde el mismo sitio tardara en florecer o, incluso, que no lo hiciera. Pero ayer pude observar como de él está empezando a asomar una vara pegada al cuello del bulbo. ¡Qué tranquilidad!. Ahora, a ver si comienza a producir hijuelos después de la floración.
El hippeastrum que aparece en las siguientes fotografías es uno procedente de semillas de la variedad minerva sembradas hace tres años. El bulbo es muchísimo más gordo que el de la entrada anterior, la flor es más grande y ya ha producido dos hijuelos. Se le nota más el rojo minerva que a hermano anaranjado.
Strunz and Farah, dos guitarristas, uno tico y otro iraní, que suenan muy bien.
Pero cuando, después de alcanzada la floración, parece que el bulbo va a llevar una existencia "pacífica", comienzan a surgir las amenazas. Como habrá podido comprobar cualquiera que se dedique con un poco de atención al cultivo de estas plantas, la vara floral puede emerger, abriéndose paso entre las capas que forman el bulbo, por cualquier sitio, ya sea por las más periféricas o por las más próximas al cuello y produciendo un hueco que facilita la entrada en su interior de elementos no deseados, como el agua, el polvo y el sustrato, que mezclados pueden provocar con su contacto la podredumbre de alguna de las capas y contagiar a la vara floral por la base. Por lo general, esto no es algo extraño y se puede dar en bulbos adultos, pero lo que en estos puede ser una podredumbre prácticamente inapreciable, en los más jóvenes puede hasta llegar a cortar la vara y si no se toman medidas contundentes la situación se repite año tras año, quizás porque aquella siempre emerge de la misma zona del plato basal, y la vara cada vez crece menos, sin embargo, esto es algo que no he podido comprobar con exactitud.
Cuando se produce una situación como las anteriormente relatadas, es aconsejable, si el bulbo está en maceta, ponerlo a cubierto, si esto fuera posible, y llevar un cuidado extremo en el riego, para evitar que el agua de lluvia o la de la regadera se introduzca en el hueco. Con esta medida se suelen evitar graves daños y, si la vara floral se ha abierto paso por las capas más periféricas, estas se secarán rápidamente, desaparecerán y el hueco se habrá eliminado y, en consecuencia, el riesgo de estancamiento de materias no deseadas. Pero el mayor problema surge cuando la vara floral emerge por la parte media del bulbo. En este caso las capas que la rodean no desaparecen y el hueco, aunque imperceptible pasado un tiempo y los restos de la vara se sequen, permanece y año tras año la podredumbre aparecerá cada vez con más fuerza. Algo que, para mí, hay que descartar es que el bulbo esté contagiado del famoso hongo rojo. No hay que perder la cabeza ni malgastar el dinero en fungicidas, ya que en estos casos son absolutamente ineficaces, cualquiera que sean sus características. Yo, aunque a algunos les pueda parecer un despropósito, he descartado el uso de fungicidas en el cultivo de mis hippeastrum. Para mí la solución está en eliminar, aunque todavía estén sanas, las capas periféricas del bulbo hasta llegar a la vara, aunque estas no estén afectadas por la podredumbre. Esta operación debe hacerse inmediatamente después de acabada la floración, ya que en ese momento resulta más fácil identificar el hueco y, al resultar muy disminuido el tamaño del bulbo, tendrá todo un año para recuperarse y engordar nuevamente. Esta operación la hice la temporada pasada con uno de mis hippeastrum preferidos de semilla. Después de mucha reflexión, ya que no tenía descendencia de él, recordando antecedentes similares en los que se perdió definitivamente el bulbo, opté por actuar como he descrito anteriormente y el bulbo lenta, pero constantemente, ha ido engordando, tiene un aspecto de lo más saludable y está, casi, tan duro como una piedra. Mi principal preocupación era que, al eliminar parte del plato basal en el proceso de limpieza, al creer que las varas florales siempre emergen desde el mismo sitio tardara en florecer o, incluso, que no lo hiciera. Pero ayer pude observar como de él está empezando a asomar una vara pegada al cuello del bulbo. ¡Qué tranquilidad!. Ahora, a ver si comienza a producir hijuelos después de la floración.
El hippeastrum que aparece en las siguientes fotografías es uno procedente de semillas de la variedad minerva sembradas hace tres años. El bulbo es muchísimo más gordo que el de la entrada anterior, la flor es más grande y ya ha producido dos hijuelos. Se le nota más el rojo minerva que a hermano anaranjado.
Strunz and Farah, dos guitarristas, uno tico y otro iraní, que suenan muy bien.
No sabía que tendría tantos inconvenientes!!! Este es el primer año que intento multiplicarlos y la verdad que poco a poco voy perdiendo algunos. Ahora mismo, los que subsisten, son hojitas de un par de dedos de largo... ya te contaré!!
ResponderEliminarSaludos
Kumquat, con más tiempo ya te daré una recomendaciones para el cultivo de las semillas de hippeastrum. No es extraño que se pierdan algunos.
EliminarÉste me parece bastante bonito y la vara es más larga que el anterior.
ResponderEliminarTe felicito por todo el trabajo que lleva el conseguir ver flores de hippeastrum procedentes de semilla.
Tienes mucha paciencia...
Un saludo.
Gracias, María Dolores. Para mí resulta casi imposible vivir ya sin mis semilleros de hippeastrum. Este año tampoco he podido resistir la tentación y en contra de mis recomendaciones he hecho un cruce de jonshonii como receptor de polen y uno de cruce de charisma y rojo procedente de semilla de tres años que me ha florecido por segundo año consecutivo y parece que se han portado bien y parece que la cápsula engorda. No tengo remedio, otro verano más moviendo semilleros de un sitio para otro para que no se me torren.
EliminarLlevas razón: No tienes remedio.............
EliminarPero disfrutas, y eso es importante.