El cocio era un elemento que, hasta no hace mucho tiempo, formaba parte esencial del ajuar de muchas familias y su principal función era el almacenamiento de agua, tanto la de lluvia como la que pudiera recogerse de los ríos, fuentes o acequias. Hoy día, desaparecida aquella utilidad, como consecuencia del fácil acceso a las redes de agua potable, se ha convertido en un elemento decorativo y, a veces, utilizado en la jardinería doméstica como gran contenedor.
Pues bien, en este gran vaso de barro cocido, que ha pasado de generación en generación en mi familia, y al que le han sido restañadas algunas heridas con grapas colocadas por expertas manos, han tenido acomodo algunas de mis plantas. Primero se trasplantó a él una cheflera, que, inexplicablemente, contradiciendo todas las indicaciones, está aguantando el sol abrasador durante casi todo el día, además de las fortísimas rachas de viento, que suelen comenzar bien pasado el medio día. Después se plantaron tres ramas de distintos geranios, que se quebraron por la acción del viento, y que han agarrado con una rapidez y un vigor sorprendente. Luego tuvieron su oportunidad unas pipas de calabaza, que acabaron allí por casualidad. Y por último, unos "hippes" inadaptados, esos que ves como pasa el tiempo y no les crecen las hojas, y, de repente, les pegas un tirón y compruebas que no tienen raíces, ni siquiera después de volverlos a plantar y se te plantea el dilema de desistir y arrojarlos a la basura. Allí acabaron cinco o seis, ya he perdido la cuenta, casi arrojados a voleo, que, sorprendentemente, enraizaron en pocos días y ahí siguen echando hojas. Un verdadero misterio, para mí.
Me encantan las bandas de música. Ahora recuerdo, con nostalgia, los conciertos de mediodía de los domingos de la banda de música del ayuntamiento de Madrid en el parque del Retiro. Una de las interpretaciones que más me gustaba era el preludio de la zarzuela La revoltosa, de Ruperto Chapí.
Pero lo que no conocía, es que, la tradición de estas agrupaciones musicales, se hubiera trasladado a Cuba. Torpe de mí, olvidé la innumerable cantidad de escuelas, academias musicales y conservatorios de música que hay en esta fantástica isla desde, prácticamente, los comienzos de la colonización española. Pues bien, el otro día encontré, de casualidad, esta original versión de Guantanamera interpretada por la Banda Municipal de Santiago de Cuba. Maravillosa. Esto hay que escuharlo.
Te ha quedado una combinación muy bonita!! Me gusta..
ResponderEliminarSaludos
Kuamquat, lo que no sé es como va a aguantar este verano los cincuenta grados al sol.
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