viernes, 24 de junio de 2011

Llega el verano


Hay dos hechos que, en Ojós, anuncian claramente la llegada del verano. Uno, la maduración de las brevas y, el otro, la aparición de las hormigas macho. El primero se manifiesta en la pequeña alteración de la habitual tranquilidad de las primeras horas de la mañana a mediados de junio, rota por la peregrinación que se inicia cada día hacia las higueras, propias o ajenas, por vecinos de toda clase y condición para disfrutar de tan delicioso manjar. Algunas veces he participado en este ceremonial y lo que siempre me sorprende es que rara vez se coincide con otro "peregrino". Da la sensación de que hubiera un acuerdo tácito para el reparto pacífico del "botín". A mí las que más me gustan son unas que llaman de "piel de doncella" y que da una vieja higuera situada en un  tranquilo y apartado rincón de "La cañada del Chilín", propiedad de un buen amigo.





El otro es la manifestación del triste destino, para las hormigas macho, que supone el fin del vuelo nupcial. Durante uno o dos días miles de estos pequeños himenópteros, penosamente, intentan resistirse a su irremediable final. El pasado año fue uno en el que se pudieron ver las nubes más grandes, que se concentran, sobre todo, en torno a la luz de las farolas. De niños, creíamos que eran mosquitos e intentábamos combatir su inofensiva presencia encendiendo un "puro" de anea, al igual que hacíamos para ahuyentar, en este caso sí, a los molestos mosquitos que abundan entre los carrizos y cañares de la riberas del río. Plantas de anea y juncales que, prácticamente han desaparecido después de las obras de encauzamiento y de la construcción de la estación de aforos en el sitio conocido por "El Reconque". Hoy, sólo unas pocas, se localizan junto a la vieja presa del Solvente.

Pero hay un recuerdo que, casi siempre, acude a mi memoria cuando atravieso el puente de madera que une las dos riberas del río Segura a su paso por Ojós. El actual es heredero del viejo puente colgante que fue destruido por la gran riada de 1982, una de las más grandes y destructivas que se recuerdan, probablemente, por la deficiente administración de las aguas que se retuvieron, sin mucho sentido, en el  pequeño embalse conocido como Azud de Ojós, del que   parten los dos grandes canales del acueducto Tajo-Segura. Antes del acondicionamiento de esta parte de la ribera del río, casi debajo del puente, crecía una higuera borde que, allá por los primeros años setenta del siglo pasado, fue protagonista involuntaria de una extraña ceremonia, de la que fui testigo directo, y es que, todavía en aquella época, existía la creencia de que pasar por debajo de una higuera borde, durante la noche de San Juan, a un herniado haría posible su curación. Para que fuera efectiva esta práctica era necesario que intervinieran en el acto ceremonial un hombre, llamado Juan, y una mujer, llamada Juana.  Se pasaba al quebrado de los brazos de Juan a los brazos de Juana diciendo:

                                               Este hombre te entrego quebrado.
                                               Sano me lo has de dar.
                                               Tómalo Juana.  
                                               Dámelo Juan.

El herniado debía pasarse por debajo de una rama quebrada de la higuera que, después de la ceremonia, se ataba con esparto para que otra vez ligaran sus partes. Si esto último ocurría,  la hernia se había curado. Nunca fui a comprobar si la rama quebrada de la higuera había ligado, pero de lo que si tengo constancia es de que el herniado no se curó. Probablemente, no encontró los padrinos adecuados.

Esta práctica de "medicina popular" la vi recogida hace unos pocos años en un excelente libro de viajes de Julio Caro Baroja, Apuntes Murcianos, que anduvo por tierras del Valle de Ricote allá por el año 1950, en las que recoge muchas más. Hay una que me llamó especialmente la atención: la de hacer un puchero con carne de cachorros de perro para que, con la toma del caldo resultante, se pudieran curar los niños "encanijaos". Nunca había tenido referencias de estas prácticas y mi extrañeza y curiosidad me llevaron a consultar a algunas personas, que me confirmaron su veracidad y la de otras, igualmente extrañas, que relata el de Vera del Bidasoa.


Pasión Vega. Me gusta como canta esta española.


     

2 comentarios:

  1. Un artículo muy bonito... está muy bien compartir estas historias a través del blog para enseñárnoslas a los demás.

    Saludos.

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  2. Gracias, Kumquat. Hay muchas más y variadísimas, cuyo recuerdo se va perdiendo, sobre todo por las nuevas generaciones.

    Un saludo

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